Hace un par de semanas se dio a conocer la noticia que el cuerpo de un bebé había sido hallado en el Penal de San Miguel Puebla. Había pasado una semana desde que un interno lo había visto y aún no se sabía ni quién era el bebé, ni de dónde había salido, cómo había entrado, ni por qué o para qué había sido utilizado. Hoy sabemos que el pequeño se llamaba Tadeo. Nació en octubre en la Ciudad de México y falleció en enero. Su cuerpo fue enterrado en el panteón de Iztapalapa y lo siguiente que sabemos es que fue encontrado en el basurero de un penal en el estado de Puebla.

En este espacio comparto algunas reflexiones acerca de este caso

  • Las cárceles son un reflejo de nuestra sociedad. Como si se tratara de una maqueta con la cual puedes ver desde arriba una réplica de los problemas estructurales de nuestro país: la corrupción, la violencia de género, el poco interés por la niñez y la juventud, la falta de justicia, que por su parte es sustituida por la venganza, la ruptura de la cohesión social, la violencia, entre otros. Lo que pasó con Tadeo es una muestra de los extremos de violencia a los que hemos llegado en nuestro país: inhumana, salvaje. Urge una estrategia de pacificación dentro y fuera de las cárceles
  • De nada sirve un modelo de seguridad nacional si los centros penitenciarios y las personas dentro de ellas no son atendidas. Es, literalmente, dinero tirado a la basura. Y, por el contrario, dedicar dinero a esto es una inversión para el bienestar de todo el país.
  • Las cárceles se han vuelto en centros para educar en el crimen. Las cárceles deberían de funcionar como mecanismos de disuasión del delito, pero en México son todo lo contrario. Aquí, jóvenes que cometieron delitos menores son reclutados por el crimen organizado; inocentes salen con un gran rencor que los puede llevar a delinquir; cualquier persona privada de la libertad acumula odio dentro de sí. Es un círculo vicioso que alimenta la violencia.
  • La ingobernabilidad de las cárceles ha llegado a un punto culmen. Se trata de centros penitenciarios que son controlados por los internos, generalmente parte del crimen organizado. Dentro de ellos, suceden extorsiones, secuestros, asesinatos, rituales satánicos, hay redes de prostitución; tienen armas de todos estilos, estupefacientes, dispositivos electrónicos, etc. Por ello no se sabe hasta el momento para qué fue utilizado el cuerpo de Tadeo.
  • La corrupción es insultante. Esto no es novedad, todas y todos lo tenemos muy claro. Pero, ésta está hasta en los lugares menos pensados. ¿cómo se pudo exhumar el cuerpo de un bebé en un panteón? ¿quién lo hizo? ¿quién lo permitió? ¿cómo pudo entrar un bebé (muerto) a un penal?
  • La respuesta del gobernador ha sido cínica, descarada y preocupante. El gobernador de Puebla, Miguel Barbosa, descalificó el trabajo de las Organizaciones de la Sociedad Civil y culpó a los sexenios pasados por el problema de las cárceles. Sin importar cómo hayan hecho el trabajo los gobiernos pasados, el responsable hoy es él y todo su gobierno. Son ellos los que deben dar respuesta, investigar, esclarecer los hechos, investigar y dar garantías de no repetición y de reparación del daño. Han pasado ya tres años de este gobierno y es hora que asuman su responsabilidad
  • La sociedad civil organizada llena los espacios vacíos que el gobierno deja: gracias al trabajo de las Organizaciones de la Sociedad Civil, las y los periodistas, y la sociedad civil en su conjunto se ha podido poner esta noticia en boca de todos y gracias a ello el gobernador ha comenzado a tomar acciones al respecto.
  •  México necesita despertar: soy fiel creyente que somos más los que queremos el bien, la paz y la justicia. Es sólo cuestión de despertar a aquellos que no lo han hecho, unir esfuerzos, organizarnos y tejer comunidad. Es así como nuestras acciones trascenderán. El caso de Tadeo nos lo ha demostrado. Es necesario que no se apague esta noticia para que pronto sepamos la verdad.

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